Las aves usan la mecánica cuántica para navegar por los aires

Ahhh, no hay nada mejor que editar una entrada sobre ciencia, sobretodo porque a veces nos pasamos de burros y ni entendemos lo que vamos a editar así que tenemos que leer y leer y abrir quinientos sitios web hasta que tengamos una idea más o menos clara de lo que vamos a explicar. Como sea que ya estamos en capacidad de empezar:

Algunas aves y otros bichos voladores, todo el mundo sabe, migran de un lugar a otro de nuestro planeta llegando incluso a recorrer trayectos larguísimos con tal de encontrar, calor, comida o un lugar donde anidar. Pues bien, estos animales todos los años se las pasan dale que dale volando de aquí para allá sin perderse jamás y llegando siempre sanos y salvos, desde los más pequeñitos hasta los más veteranos. La conclusión lógica es que las aves usan el magnetismo de la tierra para moverse a través de ella, pero lo que no sabíamos hasta ahora era cómo. Ahora sabemos que todo esto sucede gracias a la mecánica cuántica.

Para entender un poco esto explicaremos primero qué es el entrelazamiento cuántico, es decir, cuando el estado cuántico de dos elementos o más se puede describir haciendo referencia a todos los elementos del sistema sin importar si están juntos o separados espacialmente. En otras palabras, si estas partículas están entrelazadas cuánticamente, al conocer el estado de una de ellas sabes automáticamente el estado de las otras.

Okey, entendido lo anterior tomemos por ejemplo al zorzal pechirrojo, el cual tiene una proteína alrededor de la retina llamada criptocromo que es sensible a la luz. Cuando ésta golpea el ojo del zorzal una parte de los pares de electrones de la proteína se separa. Una vez fuera del campo electromagnético de la molécula de la proteína, estos electrones empiezan a moverse en relación al campo electromagnético de la Tierra, pero los otros electrones, como están entrelazados con estos que están sueltos, también sienten el campo electromagnético del planeta a pesar de aún formar parte de la molécula inicial. Así, el zorzal sabe hacia dónde dirigirse sin problemas.

Fácil, ¿no?

Vía: io9